El hombre es, ante todo, un espíritu imperfecto en busca de la felicidad. Ricos o pobres, luchan y sufren, para lograr un objetivo muchas veces inesperadeo. Por lo tanto, la felicidad nunca es completa. El sufrimiento viene a reemplazar a su desaparición. Pero a pesar de eso, la humanidad, esta más preocupada por los problemas de la vida terrenal, la cual es efímera, y no tiene en cuenta los problemas de la vida espiritual la cual es eterna, aunque mezclados claro con sucesivas encarnaciones.
Si el hombre no es más que un espíritu eterno, de manera temporal dotado de un cuerpo físico para facilitar su evolución en la que sus juicios se podrían aliviar y prevenir incluso. Cuando se llega a un alto estado de equilibrio espiritual, la vida terrenal se le hace mucho más fácil y feliz.
La misma radiación emitida por el Espíritu del hombre, ora con humildad y convicción. Debido a este espíritu de limpieza, después de una oración, hecha con sentimiento puro y un sincero deseo de liberarse de los defectos y vicios, es que uno se siente aliviado y confiado en su espíritu.
El orar es un medio de “desfogue” que cuando estamos conscientes o inconscientes nos integra mas espiritualmente y esto es como una regla universal en la tierra, que además nos ayuda en encontrar el equilibrio de sanación de cuerpo y alma.
La salvación está en la prevalencia de la ley de la fraternidad proclamado por Jesús. No hagas a otros lo que no deseas que te hagan a ti!
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