El conocimiento espírita ha evitado a muchas mujeres ponerse en peligro, pero que además el aborto, es «el asesinato intrauterino», que también constituye un tormento para los que la practican. El miedo, la culpa, la ansiedad, la depresión, el sentimiento de culpa… etc. Son algunas de sus reacciones. Por supuesto, esto siempre esto señala los errores que cometieron. El espiritismo no condena, no aclara, la amenaza o la conciencia. Y mucho menos es para juzgar al hombre, tiene como objetivo ayudar a encontrar el bien. Los espíritus inmaduros, las locuras e incoherencias cometidos, son cosas que forman parte del hombre, o no estaríamos en la Tierra. Pesa sobre nuestros hombros el pasado delictuoso que impone las experiencias dolorosas. No por eso debemos atravesar la existencia cultivando complejos de culpa. Lo que distingue a la mujer que comete el aborto es sólo un lugar en el tiempo. Ella se compromete hoy, tanto cuanto todos nos comprometemos con males tal vez más graves en vidas anteriores. Así muchos están rescatando sus crímenes en las redes de sufrimiento, con la recogida rigurosa de la Justicia Divina. El ejercicio de la misericordia no es el empeño del bien, pero nos da la solución más pacífica. La mujer que cometió el delito de aborto, puede perfectamente renovar su destino, poniéndose a trabajar en favor de los niños desfavorecidos en iniciativas como la adopción de niños, ayudar a los niños necesitados, el trabajo voluntario en jardines de infancia, guarderías u orfanatos y las campañas para prevenir tal actitud… (Aborto). Su compromiso en este sentido, actúa como un trabajo de amor y caridad, ayudando en el rescate y reajuste, sin dolor y sin tormento.
Todos tenemos derecho a reconciliarnos con la vida misma. Hágalo por usted y repare su deuda.
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