Una de las grandes tragedias en nuestro punto de vista presente en la existencia, es nuestra actitud hacia ese evento recurrente que llamamos muerte. Buscamos por todos los medios resistir a la llamada prolongación, a menudo está más allá de su utilidad y tomamos la actividad del cuerpo físico como una garantía de «vida». Nuestro temor a la muerte es el temor a lo desconocido, de la disolución total y absoluta, de «no ser más».
A pesar de la enorme cantidad de pruebas reunidas durante años por los grupos espiritistas, muchos afirman que algún tipo de vida continúa después de la muerte. La muerte no es más que un proceso de etapas que nos deriva a despertar en la nueva vida, a pesar de la creciente creencia en la reencarnación, a pesar del testimonio de antaño de los más sabios maestros, la gente sigue este enfoque de gran transición con temor. ¿Qué hace que esta actitud sea tan trágica? Nuestro miedo a la muerte es nuestro temor de que nuestra identidad va a ser borrada. Esto es lo que nos aterra.
Si entendiéramos y comprendiéramos realmente que es la verdadera identidad en nuestras almas, nos daríamos cuenta que la identidad es como un ser inmortal que no puede morir o ser destruido y además nuestro miedo a la muerte desaparecería.
El proceso de morir:
La muerte del cuerpo físico comienza cuando el alma retira la energía que está puesta dentro de nosotros. Esto puede llevarse a cabo durante un período muy largo o muy corto de tiempo. Una serie de ataques al corazón o una enfermedad que se hace cada vez más grave podría ser la señal de que el alma está a punto de partir en este proceso. Tan pronto como la muerte se lleva a cabo, los cuerpos sutiles: el astral y el cuerpo mental en el vehículo etérico, se retiran del cuerpo físico denso. Esto también puede tener lugar rápidamente o más lentamente, pero los maestros aconsejan que uno debe esperar tres días antes de la inhumación o la incineración para asegurarse de que el cuerpo etérico se ha retirado completamente de su contraparte física.
Nos espera un largo camino en nuestras vidas…
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