Desde la más remota antigüedad el hombre a intentado reemplazar las partes del cuerpo e incluso órganos enteros a partir de donantes similares. Este procedimiento data del año 800 aC, cuando en la India, se realizo el trasplante para reparar partes lesionadas de la nariz con la piel retirada de un donante.
En los tiempos modernos, sin embargo, el primer trasplante de un órgano vital se llevó a cabo con relativo éxito en Sudáfrica en 1967, gracias a la habilidad del cirujano Christiaan Barnard en el dominio de las técnicas quirúrgicas cardiovasculares desarrollado en ese entonces. Hoy en día, debido a una mayor comprensión de los mecanismos responsables de rechazo de los tejidos, el trasplante de corazón, el hígado y los riñones ha sido tan rutinaria, por así decirlo, en algunos casos, permitiendo la supervivencia superior a los diez años.
¿Cuál es la repercusión de este acto en el cuerpo físico en el paciente? Comencemos con la definición de la muerte cerebral. El concepto se basa en el hallazgo de percepción del coma clínico y la ausencia total de los reflejos o movimientos supraespinales que no son causadas por la medicación hipotermia o la depresión, seguidos por un mínimo de seis horas. Este hallazgo clínico necesariamente debería aprobar un examen alternativo que se muestre plena y definitivamente la ausencia de toda actividad eléctrica cerebral, la perfusión sanguínea cerebral o la actividad metabólica.
El espíritu de un individuo que vive sólo para satisfacer sus instintos sensuales y materiales también pueden experimentar dolor indescriptible, debido al proceso natural de descomposición del cuerpo que la muerte a cosechado. En ella, el desprendimiento del periespíritu es mucho más lento y puede durar días, semanas o meses. Recordemos también la situación que se produce cada día en las grandes ciudades: la práctica de la autopsia, requerida por la Ley, en los casos de muerte violenta o sin causa determinada: se abre el cuerpo, la región del esternón a la parte inferior del abdomen, exponiéndolos a las vísceras toraco-abdominales.
El Espiritismo no puede cuestionar las interpretaciones que se aparten de este principio, con el pretexto de defender las hipotéticas consideraciones doctrinales. La retirada de los órganos utilizables de un cadáver para ser trasplantadas en alguien que los necesita no afectará el espíritu que animó el cuerpo del donante si no se merece pasar por esta prueba. La Ley de Dios, y justo, es sumamente misericordiosa, lo que representa el trasplante de órganos entre muchas otra es una oportunidad valiosa puesto a nuestra disposición para el ejercicio de la caridad.
Estamos abiertos a otras propuestas que nos puedan presentar y para ello nos gustaría que nos escribieran en la sección de comentario, gracias de antemano.