El Renacimiento en toda Europa significó un renacimiento del platonismo, el interés en la cábala y las ideas de Pitágoras. Que el genio de Leonardo Da Vinci era un “reencarnacionista” no es ninguna sorpresa, en sus apuntes hay varios pasajes que muestran claramente que Leonardo aceptó la pre-existencia del alma. Casi al mismo tiempo, Paracelso escribió: «Algunos niños nacen del cielo y otros nacen del infierno, porque cada ser humano tiene sus tendencias inherentes, y estas tendencias pertenecen a su espíritu, e indican el estado en el que existía antes de que nacieran.
El filósofo y dramaturgo Giordano Bruno, nacido en 1548, fue condenado a muerte en 1600 acusado de herejía. Intelectualmente, comenzó en la Iglesia pero, insatisfecho, más tarde estudió las enseñanzas de los reencarnacionistas anteriores como Platón, Hermes, Raimundo Lulio, Nicolás de Cusa, entre otros. Amenazados con ser detenidos bajo la acusación de herejía, viajó por Europa, dando conferencias en varias universidades. Sus teorías se han desarrollado de manera brillante, era un evolucionista verdadero y uno de los primeros europeos en introducir el término mónada (Leibniz más tarde tomó este término). Un hecho interesante acerca de Bruno es que con sólo extender sus puntos de vista de las leyes cósmicas del renacimiento (que todo movimiento y manifestación es cíclico, y que el alma se encarna en función del ciclo para el funcionamiento del cuerpo físico), fue el primer occidental en enseñar la idea de la circulación de la sangre.
En los libros sobre la reencarnación, muchos escritores y poetas han sido citados como los creyentes en esta doctrina, a menudo porque los personajes en sus libros y obras de teatro hablan sobre vidas pasadas o futuras. Ya sea que los escritores se pueden describir, por lo tanto, como reencarnacionistas es discutible. Los personajes de Shakespeare, por ejemplo, varían en sus ideas sobre la muerte, la vida y la inmortalidad. Al mismo tiempo, hay otras ideas similares que celebran la atención de otros grandes pensadores como Voltaire en Francia, Benjamin Franklin y Thomas Paine en América, Kant, Herder y Lessing en Alemania, Hume y el Papa en Inglaterra fueron todos estos prominentes hombres del siglo XVIII.
Si hay algo en común es que todos ellos creían en el concepto del renacimiento.